El ACL (por sus siglas en inglés que significa ligamento cruzado anterior) es parte de una red complicada de tendones y ligamentos que ayudan a estabilizar y sostener la rodilla. Estas estructuras son especialmente vulnerables a las lesiones durante las actividades atléticas o como resultado de un impacto.

Tratamiento quirúrgico

La reconstrucción ACL se ha convertido en una operación común. Hoy, la mayoría de operaciones ACL se realizan usando técnicas artroscópicas (“Reconstrucción endoscópica ACL”), en las que se usan una combinación de fibras ópticas, pequeñas incisiones y pequeños instrumentos.

La operación actual y ampliamente aceptada usa un injerto de tendón ubicado en la rodilla usando un método artroscópico, evitando incisiones largas y dolorosas en la rodilla. El injerto – generalmente un tendón – puede ser extraído de muchas fuentes, incluyendo el ligamento de la corva del propio paciente, el tendón patelar, el tendón de los cuádriceps, o un aloinjerto (tejido de un donante humano). El tipo de injerto que se usa se determina según el caso específico.

Marco de tiempo

La cirugía ACL generalmente se programa entre dos a seis semanas después que ocurre la lesión para permitir que disminuya la inflamación en el área. Si se efectúa la operación demasiado temprano, los pacientes pueden desarrollar artrofibrosis, una reacción por medio de un profundo tejido de cicatriz. Los cirujanos ortopédicos calculan el tiempo apropiado para realizar la cirugía en base a la presencia de otras lesiones (lo que podría requerir una atención más rápida), la apariencia física de la rodilla, el nivel de dolor del paciente, el grado del rango de movimiento y la calidad del control del músculo.